jueves, 17 de enero de 2008

Articulo de Mario Vargas Llosa sobre el Matrimonio Gay

El matrimonio gayPor MARIO VARGAS LLOSAEL PAÍS - Opinión - 26-06-2005Luego de Holanda y Bélgica, España será en estos días el tercer país en elmundo que habrá legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo, contodos los deberes y derechos incluidos, entre ellos el de poder adoptarniños. Es un extraordinario paso adelante en el campo de los derechoshumanos y la cultura de la libertad que muestra, de manera espectacular,cuánto y qué rápido se ha modernizado esta sociedad donde, recordemos, haceunos cuantos siglos los homosexuales eran quemados en las plazas públicas ydonde, todavía en los tiempos de la dictadura de Franco, la homosexualidadera considerada un delito y reprimida como tal.Esta medida es un acto de justicia, que reconoce el derecho de losciudadanos a elegir su opción sexual en ejercicio de su soberanía, sin serdiscriminados ni disminuidos por ello, y que reconoce a las parejashomosexuales el mismo derecho de unirse y formar una familia y tenerdescendencia que las leyes reconocen a las parejas heterosexuales. Aunqueesta medida constituye un desagravio a una minoría sexual que a lo largo dela historia ha sido objeto de persecuciones y marginaciones de todo orden,obligando, a quienes la conformaban, a vivir poco menos que en laclandestinidad y en el permanente temor al descrédito y al escándalo, ellano bastará para cancelar de una vez por todas los prejuicios y falacias quedemonizan al homosexual, pero, sin la menor duda, constituye un gran avancehacia la lenta, irreversible aceptación por el conjunto de la sociedad -porla gran mayoría, al menos- de la homosexualidad como una manifestaciónperfectamente natural y legítima de la diversidad humana.La ley, como era lógico que ocurriera, ha tenido adversarios encarnizados yha generado movilizaciones diversas, entre ellas, en Madrid, unamultitudinaria manifestación, convocada por distintas asociacionescatólicas, respaldada por la jerarquía de la Iglesia, a la que asistierondieciocho obispos y a la que dio su respaldo el Partido Popular, elprincipal partido de la oposición al Gobierno de Rodríguez Zapatero. Perotodas las encuestas son inequívocas: casi dos terceras partes de losespañoles aprueban el matrimonio gay, y, aunque esta aprobación disminuyealgo en las adopciones de niños por las parejas homosexuales, también esteaspecto de la ley es convalidada por una mayoría. Buen indicio de que lademocracia ha echado raíces en España y de que, por más denostada que estéde la boca para afuera, la cultura liberal va impregnando poco a poco a lasociedad española.Los argumentos contra el matrimonio gay no resisten el menor análisisracional y se deshacen como telarañas cuando se los examina de cerca. Uno delos más utilizados ha sido el de que, con esta medida, se da un golpe demuerte a la familia. ¿Por qué? ¿De qué manera? ¿No podrán seguir casándose yteniendo hijos todas las parejas heterosexuales que quieran hacerlo?¿Alguien, con motivo de esta nueva ley, va a forzar a alguien a no casarse oa casarse de manera distinta a la tradicional? Por el contrario, la ley, alpermitir a las parejas gays contraer matrimonio y adoptar niños, va ainyectar una nueva vitalidad a una institución, la familia, que -¿alguien nolo ha advertido todavía?- padece desde hace ya un buen tiempo una profundacrisis en la sociedad occidental, al extremo de que, contabilizando elnúmero de divorcios que crece cada año y la multiplicación de parejas dehecho que rehúsan resueltamente pasar por el altar o por el registro civil,hay quienes le auguran una obsolescencia irremediable. La paradoja es que,probablemente, sólo entre los homosexuales, que, como todas las minoríasperseguidas desean ardientemente salir del gueto en que la sociedad los haconfinado, despierta la familia esa ilusión y ese respeto que en un númeromuy grande de heterosexuales, sobre todo entre los jóvenes, parece haberperdido. Por eso, no hay ninguna ironía en decir -yo lo creo firmemente- quees muy posible que, dentro de veinte o treinta años, las familias másestables las descubran las estadísticas entre los matrimonios gays.Un prejuicio idéntico sostiene que los niños adoptados por parejashomosexuales sufrirán y tendrán una formación deficiente y anómala, ya queun niño para ser "normal" necesita un padre y una madre, no dos padres o dosmadres. A esta afirmación dogmática y sin el menor sustento psicológico, harespondido Edurne Uriarte de manera inmejorable: un niño lo que necesita esamor, no abstracciones. También padecen de una ceguera contumaz quienes nose han enterado de que, entre las parejas heterosexuales, cada día sedescubren casos atroces de violencias ejercidas contra los niños, y, entreellas, sinnúmero de abusos sexuales. Que los padres sean hetero uhomosexuales no presupone de por sí nada; cada pareja es única y puede seradmirable o tiránica, amorosa o cruel en lo que concierne a la educación desus hijos. Y también en este campo cabe suponer que entre quienes hanluchado tanto por poder adoptar niños, ahora que lo han adquirido, asumiráneste derecho con ilusión y responsabilidad.En verdad, detrás de todos estos argumentos no hay razones, sino prejuiciosinveterados, una repugnancia instintiva hacia quienes practican el amor deuna manera que siglos de ignorancia, estupidez, oscurantismo dogmático yretorcidos fantasmas del inconsciente, han satanizado llamándolo "anormal".En verdad, la ciencia -la biología, la antropología, la psicología, lahistoria, sobre todo- ha puesto las cosas en su sitio ya hace tiempo yestablecido que hablar de "anormalidad" en el dominio de la vocación sexualde los seres humanos es riesgoso y alienante. Salvo casos extremos, queentrañan criminalidad, y que de ninguna manera se pueden identificar con unaopción sexual específica, en el universo del sexo hay variedades, unaconstelación de vocaciones y predisposiciones de las que de ninguna manerada cuenta cabal la demarcación entre heterosexualidad y homosexualidad, puesse refracta y multiplica en el seno de cada una de estas grandes opciones,como ocurre en tantos otros campos de la personalidad individual: lasaptitudes, las preferencias, los gustos, las incompatibilidades, lasfacultades físicas e intelectuales, etcétera.El Gobierno que ha dado esta ley en España es socialista y hay quereconocerle todo el mérito que ello tiene. Pero, para evitar confusiones,conviene re-cordar que se trata de una medida de profunda entrañademocrática y liberal, y nada socialista. El socialismo ha sido a lo largode toda su historia, en materia sexual, tan puritano y prejuicioso como laIglesia católica. Si de él hubiera dependido, la gazmoñería y la pudibundezhubieran dictado la norma aceptable en materia de costumbres sexuales y éstase hubiera impuesto a la sociedad por la fuerza. Por eso, en las sociedadescomunistas, la discriminación y persecución del homosexual fue, en ciertosperiodos, tan feroz como en la Alemania nazi, donde en las cámaras de lamuerte de los campos de concentración perecieron muchos millares dehomosexuales. También en el Gulag soviético padecieron y murieron grannúmero de seres humanos cuyo único delito era practicar una opción sexualque la "ciencia comunista" del temible Pavlov consideraba una perversión"urbano-burguesa". Carlos Franqui cuenta en alguna parte que, cuando él,como director del diario Revolución, asistía a los consejos de ministros deCuba, a principio de los años sesenta, Fidel y sus lugartenientespreguntaron a los "países hermanos" qué política aconsejaban para enfrentar"el problema homosexual". La respuesta de la China Popular de Mao Tse Tungfue la más meridiana: "Ya no tenemos ese problema. Los fusilamos a todos".Sin llegar a esos extremos, Fidel creó las UMAP (Unidades Movilizables deApoyo a la Producción), es decir, campos de concentración donde eranacarreados homosexuales de ambos sexos junto con criminales comunes ydisidentes políticos.Han sido las sociedades democráticas, impregnadas de cultura liberal, comolos países escandinavos y los Estados Unidos, donde se ganaron las primerasbatallas contra la discriminación de los gays y donde, poco a poco, se lesha ido reconociendo tal cual son: seres humanos normales y corrientes cuyaopción sexual debe ser aceptada y reconocida como perfectamente legítima porel conjunto de la sociedad.Es difícil, para mí, entender las razones por las que el Partido Popular haapoyado la manifestación contra el matrimonio gay. Aunque es verdad que sudirigente máximo no asistió, y que tampoco estuvieron presentes susprincipales líderes, que el partido la hubiera respaldado sólo puede habercontribuido a confundir y lastimar no sólo a los homosexuales que hay en susfilas sino, sobre todo, a su sector liberal, y a dar argumentos a quienes lopresentan como una formación política ultraconservadora. El oportunismopolítico da beneficios muy pasajeros y superficiales. Hay muchas razonespara criticar al Gobierno de Rodríguez Zapatero. Su desastrosa políticainternacional, por ejemplo, que ha abolido a España de la escena mundial,donde llegó a tener influencia y a figurar entre los países de vanguardia.Sus ventas de armas al Gobierno demagógico del comandante Chávez, enVenezuela, que alienta y subvenciona grupos subversivos. Su acercamiento,que linda con la alcahuetería, a la satrapía de Fidel Castro, a la que tratóde salvar de la condena que ha merecido de la Comisión de Derechos Humanosde la ONU. O sus concesiones sistemáticas a los nacionalismos, que rompenuna tradición de defensa de la unidad de España del socialismo democráticode la que el Gobierno de Felipe González nunca se apartó. Pero no tiene sentido atacar a un Gobierno por todo lo que hace y, mucho menos, por haberhecho avanzar, con esta ley, la democratización y modernización de la sociedad española

2 comentarios:

María R. Murmis dijo...

Una reciente estadística en los Estados Unidos reveló que el 33% de los jóvenes que se suicidan son homosexuales y que la mitad de ellos fueron rechazados por sus padres. http://www.yesinstitute.org/resources/Statistics.pdf

El crimen es nuestro. A pesar de los cambios en legislación y políticas, las estadísticas no dejan lugar a dudas del rechazo y hostigamiento que ejerce la sociedad sobre los homosexuales. Qué dolor, qué soledad, qué desesperanza debe sentir una persona – un joven – para preferir destruirse antes de emprender la vida aceptando esa realidad sobre sí mismo/a!

Peor aún, las estadísticas mencionadas son de los Estados Unidos: sólo podemos esperar porcentajes más altos en nuestros países latinoamericanos plagados por un machismo endémico y orgulloso.

Pregunto: por qué? Por qué ese rechazo? Por qué el crimen? El nuestro, el de la sociedad mayoritariamente heterosexual, el de hostigar, de rechazar, de cerrar puertas y hacer sufrir?

Lo pregunto porque creo que va al corazón del problema y porque no lo entiendo.

Cuando yo conozco una persona homosexual, veo una persona, con la que puedo coincidir o no en gustos, en opiniones, en valores, de la que puedo hacerme amiga o no. Su orientación sexual no me molesta, no me afecta. Nada.

Díganme cuál entonces es la razón para que chicos y chicas adolescentes se estén suicidando en este mismo momento porque les atrae alguien del mismo sexo. No: para que los estemos matando nosotros. Agatha Christie en su obra Curtain define al asesino perfecto como aquel que logra que otra persona cometa su crimen, sin pagos ni promesas, simplemente induciendo a esa persona a que lo haga por su propia voluntad.

Somos perfectos asesinos.

Anónimo dijo...

El artículo corresponde a la opinión de un escritor agnóstico y muy liberal. Su propio hijo andaba de coqueteos con otro hombre en Perú.

Los puntos de vista ateos o agnósticos siempre serán irreconciliables con la de los cristianos, aqui no se trata de discriminación sino de no intentar homosexualizar a toda la sociedad porque aunque algunos psiquiatras comprados por el lobby gay lo nieguen, esta tendencia no es natural ni sana para la crianza de los niños, pues muchos de este grupo son promiscuos e inestables emocionalmente por el sólo hecho de irse contra natura (basta ver un desfile gay como personajes circenses). ¿De dónde entonces se nutre el SIDA? La España que Vargas Llosa se ufana es un país decadente en moral, es la principal raíz de sus males y cada vez sus políticos se pervierten y hunden al país. El tema de la homosexualidad tiene un fondo político y cristianófobo, por eso parecen fuertes. En 30 años más de sodomía aparecerán nuevas enfermedades corporales y morales que contribuirán más al caos y perdición de la humanidad que da las espaldas a Dios y no quiere escuchar su Palabra. Pero las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia y 2000 años de cristiandad Sr. Vargas Llosa. Madalena